Agosto 2024
ISSN 2953-6367 Vol. 5, No.11, PP.110-128
http://revistainvestigo.com https://doi.org/10.56519/wtxrqs43
Revista Científica Multidisciplinaria InvestiGo
Riobamba Ecuador
Cel: +593 97 911 9620
revisinvestigo@gmail.com 110
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR
OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
MANAGEMENT OF UROPERITONEUM IN A DOG CAUSED
BY URETHRAL OBSTRUCTION: CASE REPORT
Santiago Eduardo Valle Baldeón
1
, Juan Carlos Llivi Marcatoma
2
{santiago.valle@espoch.edu.ec
1
, juan.llivi@espoch.edu.ec
2
}
Fecha de recepción: 3 de agosto de 2024 / Fecha de aceptación: 16 de agosto de 2024 / Fecha de publicación: 26 de agosto de 2024
RESUMEN: Este estudio presenta un caso clínico de uroperitoneo en un perro Golden
Retriever de 9 años, causado por una obstrucción uretral debida a urolitos, que resultó en
la ruptura de la vejiga urinaria. El paciente presentó signos clínicos graves como anorexia,
letargo y vómito verdoso, lo que llevó a la realización de un ultrasonido abdominal,
revelando la presencia de quido libre en la cavidad abdominal. La abdominocentesis
mostró una concentración elevada de glucosa en el líquido abdominal comparado con la
glucosa sanguínea, sugiriendo peritonitis. La confirmación del diagnóstico se obtuvo
mediante la imposibilidad de pasar un catéter por la uretra peneana y la prueba de azul de
metileno, que verificó la ruptura vesical. El tratamiento consistió en la reconstrucción
quirúrgica de la vejiga y la extracción de los urolitos uretrales, resultando en una
recuperación exitosa del paciente. Este caso subraya la importancia del diagnóstico precoz
y el uso de múltiples herramientas diagnósticas complementarias para el manejo efectivo
de uroabdomen en perros. Además, destaca la necesidad de una intervención quirúrgica
oportuna y un seguimiento postoperatorio exhaustivo para asegurar la recuperación total
del paciente y prevenir complicaciones a largo plazo. La adecuada gestión de casos de
uroperitoneo mediante un enfoque multidisciplinario es fundamental para mejorar los
resultados clínicos y asegurar el bienestar del animal afectado.
Palabras clave: Uroperitoneo, obstrucción uretral, urolitos, ruptura vesical, diagnóstico,
intervención quirúrgica
ABSTRACT: This study presents a clinical case of uroperitoneum in a 9-year-old Golden
Retriever, caused by a urethral obstruction due to uroliths, which resulted in the rupture of
the urinary bladder. The patient exhibited severe clinical signs such as anorexia, lethargy,
and greenish vomiting, leading to an abdominal ultrasound that revealed the presence of
free fluid in the abdominal cavity. Abdominocentesis showed an elevated glucose
concentration in the abdominal fluid compared to blood glucose, suggesting peritonitis. The
diagnosis was confirmed by the inability to pass a catheter through the penile urethra and
the use of a methylene blue test, which verified the bladder rupture. Treatment involved
1
Grupo de Investigación en Ciencias Veterinarias, Escuela Superior Politécnica de Chimborazo-Ecuador,
https://orcid.org/0000-0002-4425-1368, +5930995014514
2
Grupo de Investigación en Ciencias Veterinarias, Escuela Superior Politécnica de Chimborazo-Ecuador,
https://orcid.org/0000-0001-9168-154X, +5930960176967
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
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surgical reconstruction of the bladder and removal of the urethral uroliths, resulting in a
successful recovery of the patient. This case highlights the importance of early diagnosis and
the use of multiple complementary diagnostic tools for the effective management of
uroabdomen in dogs. It also emphasizes the need for timely surgical intervention and
thorough postoperative follow-up to ensure complete recovery and prevent long-term
complications. Proper management of uroperitoneum cases through a multidisciplinary
approach is essential to improve clinical outcomes and ensure the well-being of the affected
animal.
Keywords: Uroperitoneum, urethral obstruction, uroliths, bladder rupture, diagnosis,
surgical intervention
INTRODUCCIÓN
El uroperitoneo, o uroabdomen, es una condición médica de emergencia que se caracteriza
por la acumulación de orina en la cavidad peritoneal. El peritoneo es una membrana serosa
que recubre la cavidad abdominal y envuelve los órganos abdominales, encargada de la
protección y la función inmunitaria dentro del abdomen (1). Cuando la orina se introduce en
este espacio, desencadena una serie de reacciones adversas, comenzando con una
inflamación aguda (peritonitis química). Este proceso inflamatorio se origina porque la orina
contiene productos metabólicos y toxinas que son altamente irritantes para el peritoneo,
como la urea, el potasio, la creatinina y otros solutos que normalmente se excretan por el
sistema urinario. En consecuencia, la acumulación de estos componentes en la cavidad
peritoneal altera el equilibrio osmótico y provoca una afluencia de líquido hacia el abdomen
(1).
Desde una perspectiva clínica, los vómitos verdosos suelen estar asociados con una afección
gastrointestinal, pero en combinación con la apatía y la anorexia, pueden sugerir una
patología más compleja y sistémica. La ecografía revela la presencia de líquido libre en la
cavidad peritoneal. Este hallazgo dirige la atención hacia posibles diagnósticos como el
uroperitoneo, una condición que, de no tratarse rápidamente, podría llevar a la sepsis y
posteriormente a la muerte (1). Las causas subyacentes del uroperitoneo pueden ser diversas
y abarcan desde traumatismos directos, como accidentes vehiculares o caídas, hasta causas
más insidiosas, como obstrucciones urinarias, que es precisamente el escenario que se
presenta en este caso clínico (4).
Es importante mencionar que los urolitos se alojan en la uretra peneana del paciente, creando
una barrera física que impide el paso de la orina desde la vejiga hacia el exterior. La retención
de orina resultante genera un aumento progresivo de la presión intravesical, que supera la
capacidad de la vejiga para contenerla, lo que eventualmente conduce a su ruptura; ya que el
mecanismo de ruptura suele involucrar un punto de debilidad en la pared vesical, que cede
ante la presión acumulada. Esta ruptura permite que la orina se escape de la vejiga y se
derrame en la cavidad abdominal. Una vez en la cavidad peritoneal, la orina no solo provoca
inflamación y daño tisular, sino que también facilita la diseminación de bacterias,
promoviendo la septicemia (2).
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
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La hiperpotasemia es una condición clínica caracterizada por niveles elevados de potasio en
la sangre, lo que puede tener consecuencias graves, especialmente en el sistema
cardiovascular. Uno de los efectos más preocupantes de la hiperpotasemia es su impacto en
la conductividad cardíaca. La presencia de niveles elevados de potasio puede desencadenar
arritmias cardíacas como taquicardia ventricular, fibrilación ventricular, y bradicardia. En
casos severos, la hiperpotasemia puede llevar a un paro cardíaco. Las alteraciones
electrocardiográficas típicas incluyen ondas T picudas, ensanchamiento del complejo QRS,
prolongación del intervalo PR, y desaparición de las ondas P, todos indicativos de una
perturbación significativa en la función eléctrica del corazón (2).
Además de su impacto en la conductividad cardíaca, la hiperpotasemia puede causar
hipotensión debido a una disminución en la contractilidad cardíaca, lo que reduce el gasto
cardíaco y puede llevar a una caída peligrosa de la presión arterial. Esta condición también
afecta a los músculos esqueléticos, causando debilidad muscular que, en casos extremos,
puede progresar a parálisis. Si los músculos respiratorios se ven comprometidos, la capacidad
ventilatoria del paciente puede verse seriamente afectada, poniendo en riesgo su vida (3).
En el contexto de uroperitoneo, el manejo inicial de la hiperpotasemia incluye la eliminación
de la orina acumulada en la cavidad abdominal. La abdominocentesis o el drenaje peritoneal
son intervenciones cruciales que no solo reducen la irritación peritoneal, sino que también
limitan la absorción de potasio desde la orina hacia la sangre. A menudo, se requiere la
colocación de un catéter urinario para asegurar un drenaje continuo, prevenir la recurrencia
de la acumulación de orina en el abdomen y ayudar a controlar los niveles de potasio en sangre
(3).
La fluidoterapia es fundamental para estabilizar al paciente. Se deben administrar soluciones
con bajo contenido de potasio, como el cloruro de sodio, para diluir la concentración de
potasio en la sangre y promover su excreción renal. Los líquidos intravenosos también ayudan
a restaurar el volumen intravascular y mejorar la perfusión renal (3). Por otro lado, la medición
de parámetros bioquímicos en el líquido peritoneal llega a ser relevante dado que los estudios
científicos demuestran que la evaluación de parámetros como la glucosa, la creatinina y el
potasio en el líquido abdominal ayuda a distinguir entre diferentes causas de efusión
abdominal.
Por ejemplo, la glucosa y la creatinina son dos indicadores que ayudan a diferenciar entre
peritonitis séptica, hemoperitoneo y uroperitoneo. En el caso del uroperitoneo, se observa
que los niveles de glucosa en el líquido peritoneal suelen ser significativamente más altos que
en el torrente sanguíneo (4). La diferencia en los niveles de glucosa entre el líquido peritoneal
y la sangre puede sugerir la presencia de infección o una peritonitis secundaria.
Este dato bioquímico, en combinación con la información obtenida a través de la ecografía y
la evaluación clínica, orienta hacia un diagnóstico diferencial que considera varias patologías
graves; entre estas, la ruptura del tracto urinario, vejiga o de la uretra puede ser una
posibilidad, esta condición requiere una intervención médica rápida para estabilizar al
paciente y posteriormente reparar la ruptura y prevenir una mayor acumulación de orina en
la cavidad abdominal, desencadenando una condicn conocida como uroperitoneo (4).
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
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En el caso de un uroperitoneo, la creatinina (parámetro bioquímico relevante en la evaluación
de efusiones abdominales) en el líquido peritoneal suele estar significativamente elevada en
comparación con los niveles en el suero sanguíneo, debido a la alta concentración de
creatinina en la orina. Su medición sele ser útil para diferenciar entre hemoperitoneo y
uroperitoneo, ya que las concentraciones de creatinina en la sangre y en el líquido abdominal
se mantienen relativamente constantes en el hemoperitoneo, mientras que en el
uroperitoneo la diferencia es mucho más pronunciada (5).
En el contexto de la práctica clínica, estos análisis bioquímicos no solo proporcionan
información diagnóstica crucial, sino que también guían la toma de decisiones sobre el manejo
más adecuado para cada paciente (5). Para obtener un diagnóstico más preciso es necesario
recurrir a técnicas diagnósticas avanzadas, como la abdominocentesis, que permitan
identificar el sitio exacto de la fuga urinaria y determinar la causa subyacente; pues como ya
mencionamos anteriormente la obstrucción uretral es una causa común de uroperitoneo,
especialmente en perros machos, debido a la anatomía estrecha de su uretra. En caso de
presentarse la dificultad para poder ingresar la sonda, se puede administrar una solución de
azul de metileno a través de la misma, con el objetivo de confirmar la presencia de una
comunicación entre el tracto urinario y la cavidad abdominal (5).
La prueba del azul de metileno es una técnica diagnóstica la cual consiste en inyectar dicha
sustancia en la vejiga o en la uretra, cualquier fuga hacia la cavidad abdominal tiñe el líquido
peritoneal de un color característico (azul), confirmando así la presencia de una ruptura en el
tracto urinario. Se puede realizar después de cinco minutos, una nueva abdominocentesis, la
cual revela la presencia de líquido teñido de azul, confirmando el diagnóstico de uroperitoneo
(5).
Este hallazgo no solo confirma la naturaleza de la patología, sino que también guía el plan de
tratamiento, que debe incluir la corrección quirúrgica de la obstrucción uretral y la reparación
de la ruptura vesical. Posteriormente la estabilización inicial del paciente incluye la corrección
de desequilibrios electrolíticos, la administración de quidos intravenosos para contrarrestar
el choque hipovolémico y el manejo del dolor (6). El manejo postoperatorio es una fase crítica
en el tratamiento de uroperitoneo, ya que el paciente requiere un monitoreo intensivo para
detectar cualquier signo de complicación, como infecciones, dehiscencia de la sutura vesical
o recurrencia de la obstrucción uretral. Además, el seguimiento a largo plazo ayuda a prevenir
la formación de nuevos urolitos y garantiza la recuperación completa del tracto urinario.
La prevención de recurrencias de urolitiasis implica cambios en la dieta, aumento de la ingesta
de agua y, en algunos casos, medicación específica para controlar las infecciones urinarias
recurrentes o los desequilibrios metabólicos que predisponen a la formación de cálculos (6).
En este caso clínico, la intervención quirúrgica incluye tanto la eliminación de los urolitos de
la uretra peneana como la reconstrucción de la vejiga, que presenta áreas de necrosis
significativas. Ambas cirugías se realizan simultáneamente para minimizar el tiempo
anestésico y reducir el riesgo de complicaciones postoperatorias (7).
La extracción de los urolitos se realiza con cuidado para evitar dañar adicionalmente la uretra,
mientras que la reparación de la vejiga asegura una cicatrización adecuada para prevenir fugas
recurrentes. El seguimiento a largo plazo es importante, ya que los perros que desarrollan
urolitiasis están en riesgo de recurrencia, lo que implica la necesidad de ajustes dietéticos y
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posibles terapias adicionales para controlar la formación de cálculos (7). El tratamiento
farmacológico es fundamental para la corrección rápida de la hiperpotasemia. El gluconato de
calcio es uno de los fármacos más utilizados, ya que estabiliza las membranas cardíacas y
disminuye el riesgo de arritmias graves, para reducir los niveles séricos de potasio, se
administra insulina junto con dextrosa, facilitando así la entrada de potasio en las células y
disminuyendo su concentración en el plasma. Además, los diuréticos como la furosemida
pueden emplearse para aumentar la excreción renal de potasio, en casos más graves, se puede
recurrir a resinas de intercambio iónico, como el poliestireno sulfonato de sodio, que ayudan
a eliminar el potasio a través del tracto gastrointestinal (7).
La fluidoterapia es un componente clave en el manejo de la hiperpotasemia en perros: se
recomienda el uso de soluciones con bajo contenido de potasio, como cloruro de sodio al
0.9%, para diluir la concentración de potasio en la sangre y promover su eliminación a través
de los riñones. La administración de líquidos intravenosos ayuda a corregir el desequilibrio
electrolítico, y mejora la perfusión renal, lo cual es crucial en pacientes con insuficiencia renal
o complicaciones como el uroperitoneo (8). En el caso se describe, un perro de raza Golden
Retriever que llega a consulta con un cuadro clínico que incluye vómitos verdosos, inapetencia
y un notable decaimiento. Estos signos, aunque inespecíficos, son suficientes para alertar al
equipo veterinario sobre la posibilidad de una afección subyacente de gravedad (8).
Requiriendo el uso de azul de metileno que al ser administrado en la vejiga y observarse su
filtración hacia la cavidad abdominal, proporciona una confirmación visual de la presencia de
fuga urinaria, esto permite al equipo veterinario tomar decisiones informadas sobre la
intervención quirúrgica necesaria para abordar tanto la causa primaria del uroperitoneo (la
obstrucción uretral) como las consecuencias secundarias de la fuga de orina (8). Además, el
caso enfatiza la importancia de un enfoque multidisciplinario en la práctica veterinaria;
permitiendo una evaluación exhaustiva del paciente, una planificación precisa del tratamiento
y una ejecución quirúrgica que minimiza el riesgo de complicaciones y mejora las tasas de
recuperación (9).
El diagnóstico de uroperitoneo la primera señal de alerta surge cuando se intenta insertar una
sonda urinaria a través de la uretra, procedimiento que no tiene éxito (9). Este fracaso en la
colocación de la sonda incrementa de manera significativa la sospecha de una obstrucción
uretral completa, un escenario asociado a la presencia de urolitos en la uretra, especialmente
en perros machos (9). Así, la incapacidad para insertar la sonda no solo indica una obstrucción,
sino que también sugiere que esta es lo suficientemente severa como para impedir cualquier
paso de orina, elevando la urgencia de un diagnóstico definitivo (10).
En el caso específico presentado, la discrepancia significativa observada en los niveles de
glucosa entre el líquido peritoneal y la sangre contribuye a la identificación de la ruptura del
tracto urinario. Además, la administración de azul de metileno a través de la sonda urinaria y
la posterior observación del líquido teñido en la cavidad peritoneal permite una confirmación
visual clara de la fuga urinaria, solidificando el diagnóstico y guiando el tratamiento quirúrgico
necesario minimizando el tiempo de exposición del paciente a una condición potencialmente
letal (10).
A continuación, se procede con la inserción de una sonda urinaria a través de la uretra; la
imposibilidad de avanzar la sonda a través de la uretra resulta en una dificultad diagnóstica
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significativa. Este fracaso en la inserción de la sonda sugiere la presencia de una obstrucción
uretral, posiblemente causada por urolitos o alguna otra anomalía en el tracto urinario. La
imposibilidad de pasar la sonda incrementa la sospecha de una obstrucción uretral completa,
una condición grave que requiere una intervención rápida para evitar complicaciones
adicionales (11).
El hallazgo de orina teñida en la cavidad peritoneal es un momento decisivo en la gestión de
este caso, ya que dirige los siguientes pasos del tratamiento hacia la resolución de la
obstrucción uretral y la reparación de la ruptura vesical o uretral. El tratamiento médico y la
estabilización del paciente se convierte en una prioridad inmediata, ya que una vez que el
paciente está estabilizado se puede intervenir quirúrgicamente. Además, la presencia de
urolitos en la uretra requiere un manejo cuidadoso para evitar daños adicionales al tracto
urinario durante su extracción y para restaurar la función urinaria normal lo antes posible. La
decisión de proceder con la cirugía no solo tiene como objetivo resolver la obstrucción, sino
también reparar la ruptura y prevenir complicaciones a largo plazo como fibrosis, formación
de fístulas o recurrencia de la urolitiasis (11).
La integración de estas herramientas diagnósticas la ecografía abdominal, la medición de
glucosa, el intento de inserción de la sonda urinaria, y la prueba del azul de metileno permite
al equipo veterinario confirmar con precisión el diagnóstico de uroperitoneo (11). La ecografía
proporciona la primera pista sobre la acumulación de líquido, la dificultad con la sonda indica
una obstrucción, la presencia de glucosa libre en sangre puede ser indicativo de presencia de
glicemia y el azul de metileno ofrece la confirmación definitiva de la fuga urinaria. Este
enfoque diagnóstico integral no solo confirma el diagnóstico, sino que también facilita la toma
de decisiones informadas sobre el manejo quirúrgico del paciente. La capacidad para utilizar
múltiples herramientas diagnósticas de manera coordinada es fundamental en la práctica
clínica para abordar condiciones complejas como el uroperitoneo y garantizar que el
tratamiento sea eficaz y oportuno (12).
En el contexto del manejo quirúrgico de casos complejos de uroperitoneo secundario a
urolitiasis, la intervención simultánea para abordar ambas patologías resulta ser un
componente crucial para el éxito del tratamiento. La presencia de urolitos, que en este caso
causa una obstrucción uretral significativa, genera una acumulación de orina en la cavidad
abdominal, produciendo un cuadro de uroperitoneo. La primera fase del tratamiento consiste
en la eliminación de estos urolitos; además, este procedimiento permite una restauración
funcional del tracto urinario, eliminando la causa primaria del problema (12).
El enfoque quirúrgico integral que se aplica en este caso no solo aborda la causa inmediata de
la obstrucción uretral, sino que también trata las consecuencias secundarias del uroperitoneo.
Este enfoque dual permite una solución completa del problema, minimizando el riesgo de
recurrencia y optimizando el pronóstico del paciente. Al abordar tanto la causa primaria
(urolitos) como las complicaciones secundarias (uroperitoneo), se logra una recuperación más
efectiva y se mejora la calidad de vida del paciente a largo plazo. La combinación de estas
técnicas quirúrgicas representa una estrategia integral que maximiza las posibilidades de éxito
en el tratamiento de condiciones similares (12).
Es por esto que el diagnóstico del uroperitoneo en perros requiere un enfoque multifacético
y la integración de diversas herramientas diagnósticas para lograr una identificación precisa y
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efectiva, ya que la identificación temprana y exacta de esta condición crítica es esencial para
implementar el tratamiento adecuado y mejorar el pronóstico del paciente (13).
A nivel mundial, estudios documentan que la urolitiasis es una causa común de uroperitoneo
en perros, especialmente en razas predispuestas como el Golden Retriever. La incidencia de
esta patología y su manejo son objeto de múltiples investigaciones, que contribuyen a
establecer protocolos diagnósticos y terapéuticos que mejoran el pronóstico de los pacientes
afectados. Sin embargo, la aplicación de estos conocimientos en la práctica clínica diaria
depende en gran medida de la disponibilidad de recursos y la experiencia del equipo
veterinario. Cabe mencionar que, en Ecuador, el acceso a tecnología avanzada para el
diagnóstico y tratamiento de condiciones como el uroperitoneo puede ser limitado en algunas
regiones, lo que plantea desafíos adicionales para los profesionales que deben tomar
decisiones rápidas y efectivas con los recursos disponibles (13).
MATERIALES Y MÉTODOS
El caso clínico se presentó en un canino macho de 9 os, de raza grande y con un peso de
33,9 kg. El animal fue admitido con signos de vómitos verdosos, decaimiento, anorexia,
deshidratación del 10% y un tiempo de llenado capilar de tres segundos, con una evolución
de 48 horas. Durante el examen físico, se observó dolor a la palpación abdominal y distensión
del abdomen, lo que llevó a sospechar de una patología urológica.
Para proceder con el diagnóstico, se realizaron pruebas de laboratorio, incluyendo un análisis
de bioquímica sanguínea para evaluar la función renal y otros parámetros críticos.
Adicionalmente, se llevó a cabo una ecografía abdominal para confirmar la presencia de
líquido libre en la cavidad peritoneal (ver Figura 1); tras la imposibilidad de pasar una sonda
urinaria a través de la uretra peneana, también se utilizó para confirmar la presencia de
urolitos.
El procedimiento quirúrgico se inició con la preparación anestésica del paciente. Se administró
Fentanilo a una dosis de 0,005 mg/kg y Diazepam a 0,3 mg/kg por vía intravenosa como
premedicación para proporcionar analgesia y sedación. La inducción de la anestesia se logró
con Propofol a 4 mg/kg y Ketamina a 3 mg/kg, también administrados por vía intravenosa. El
mantenimiento anestésico durante la cirugía se llevó a cabo con Sevoflurano al 3% en oxígeno,
utilizando un sistema de anestesia inhalatoria. El manejo del dolor intraoperatorio fue
garantizado mediante una infusión continua de Fentanilo a 0,005 mg/kg/hora.
Figura 1. Ecografía de la cavidad abdominal.
Nota: Se observa líquido libre abdominal en la vista esplenorenal.
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Con el paciente bajo anestesia general, se procedió a realizar una celiotomía exploratoria para
acceder a la cavidad abdominal. Se aspiró el líquido peritoneal acumulado y se envió para
realizar un análisis citológico y bacteriológico; para medir la densidad, dando un resultado de
1014 lo que confirmó la presencia de orina y descartó una infección bacteriana. (Ver Figura 2)
Posteriormente, se identificó la vejiga urinaria, la cual presentaba áreas de necrosis debido a
la ruptura. Estas áreas necróticas fueron cuidadosamente resecadas, y la vejiga fue
reconstruida utilizando una sutura absorbible monofilamento en un patrón de sutura
continua, asegurando la integridad del órgano y la prevención de futuras fugas de orina. (Ver
Figura 3) Después de la reconstrucción vesical, se realizó un lavado exhaustivo de la cavidad
peritoneal con solución de cloruro de sodio tibio para eliminar cualquier residuo de orina,
reduciendo el riesgo de peritonitis química.
Posteriormente, se llevó a cabo una uretrotomía peneana para la extracción de los urolitos
obstructivos. Se realizó una incisión en la uretra, seguida de la remoción de los cálculos, y se
realizó una irrigación de la uretra con solución salina estéril para eliminar cualquier residuo
que pudiera causar una nueva obstrucción. La uretra fue cerrada utilizando una sutura
absorbible en un patrón continuo (Ver Figura 4).
Figura 2. Líquido de la cavidad abdominal.
Nota: Bomba de succión lleva el contenido extraído de la cavidad abdominal después de la celiotomía.
Figura 3. Vejiga urinaria con presencia de áreas necróticas en su pared.
Nota: Las áreas necróticas encontradas fueron cuidadosamente resecadas por medio de una intervención
quirúrgica.
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Para facilitar el drenaje de la orina en el periodo posquirúrgico, se colocó una sonda urinaria
a través de la uretra recién intervenida hasta la vejiga, la cual se mantuvo por 48 horas,
permitiendo una monitorización continua de la salida urinaria y la integridad de la vejiga. En
el periodo posoperatorio, el paciente fue trasladado a la unidad de cuidados intensivos, donde
fue monitorizado rigurosamente.
Se colocó una sonda nasoesofágica de calibre 8 para facilitar la alimentación enteral y asegurar
el aporte nutricional adecuado durante el periodo de recuperación. Además, se realizaron
ecografías abdominales de control cada 24 horas durante una semana para monitorear la
presencia de líquido libre en la cavidad peritoneal, siendo todas las evaluaciones negativas
para la acumulación de líquido, lo que indicó una adecuada recuperación postquirúrgica sin
complicaciones adicionales.
El manejo del dolor en el posoperatorio se continuó con la administración de Metamizol a 25
mg/kg cada 12 horas, asegurando el confort del paciente durante su recuperación.
Adicionalmente, se instauró un gimen antibiótico profiláctico con Ceftriaxona a 50
mg/kg/día para prevenir infecciones secundarias durante el proceso de cicatrización. A las 48
horas posquirúrgicas, se realizó un nuevo perfil bioquímico que mostró una disminución
significativa en los parámetros renales, como la urea y la creatinina. Este resultado evidenció
una mejora en la función renal del paciente, indicando una respuesta positiva al tratamiento
y a la intervención quirúrgica, y confirmando la tendencia hacia la recuperación completa.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En el perfil bioquímico de "Cobie", un perro geriátrico, realizado antes de su cirugía (Ver Tabla
1), se revelaron los siguientes resultados sobre el estado general del paciente:
Figura 4. Urolitos presentes dentro de la uretra.
Nota: Se llevó a cabo una uretrotomia peneana para la extracción de dichos urolitos.
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
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ALB (Albúmina): 40.7 g/L (elevado). La albúmina, una proteína sintetizada
principalmente por el hígado, juega un papel crucial en mantener la presión oncótica
plasmática y en el transporte de diversas sustancias, como hormonas, vitaminas y
medicamentos. Un nivel elevado de albúmina generalmente indicaba deshidratación, ya
que la concentración de proteínas en el plasma podía aumentar cuando el volumen de
agua en la sangre disminuía. Sin embargo, también podría haber estado relacionado con
procesos inflamatorios crónicos, donde el cuerpo respondía a una inflamación
persistente aumentando la síntesis de proteínas, entre ellas la albúmina. En este
paciente, el aumento en la albúmina podría haber estado vinculado tanto a una
deshidratación debida a la azotemia post renal como a una respuesta inflamatoria
secundaria al uroabdomen y a la urolitiasis.
AST (Aspartato aminotransferasa): 57 U/L (elevado). La AST es una enzima que se
encuentra en varios tejidos, incluyendo el hígado, el corazón y el músculo esquelético.
Un valor elevado de AST suele asociarse con daño en alguno de estos tejidos. En
animales, la elevación de AST a menudo sugería daño hepático, aunque también podría
haber estado relacionada con daño muscular o incluso cardíaco. En el caso de este
paciente, la elevación en AST podría haber sido debida a una combinación de daño
hepático y muscular, posiblemente relacionado con la azotemia post renal, la urolitiasis
y las complicaciones asociadas al uroabdomen.
Ensayo
Resultado
Unidad
ALB
40.7 H
g/L
TP
72.0
g/L
GLOB
31.3
g/L
A/G
1.30
TB
7.1
umol/L
GGT
< 2
U/L
AST
57 H
U/L
ALT
63
U/L
ALP
101
U/L
TBA
< 100
umol/L
AMY
608
U/L
LPS
31
U/L
LDH
58
U/L
CK
695 H
U/L
Crea
447.5 H
umol/L
UA
< 10.00
umol/L
BUN
23.50 H
mmol/L
BUN/CREA
52.514
GLU
5.98
mmol/L
TC
8.60 H
mmol/L
TG
0.62
mmol/L
ICO2
18.6
mmol/L
Ca
2.88
mmol/L
PHOS
2.03
mmol/L
Tabla 1. Perfil Bioquímico de paciente canino antes de la cirugía.
Nota: Según el perfil bioquímico el paciente muestra la presencia de azotemia posrenal, debido a la elevación
de creatinina y BUN, causado por la ruptura de vejiga en la cual existe la presencia de urolitos uretrales.
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
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CK (Creatina Quinasa): 695 U/L (elevado). La creatina kinasa (CK) tiene dos isoenzimas
principales: CK-MM, que se encuentra predominantemente en el músculo esquelético,
y CK-MB, que se encuentra en el músculo cardíaco. La elevación de esta isoenzima puede
estar relacionada por el daño cardíaco que puede estar generando la inestabilidad
electrolítica, debido a la acumulación del potasio.
Crea (Creatinina): 447.5 µmol/L (muy elevado). La creatinina es un producto de desecho
generado a partir del metabolismo de la creatina y se excreta principalmente por los
riñones, que en este caso están funcionando correctamente. Sin embargo, la ruptura
vesical impide que la vejiga elimine la orina de manera efectiva. Este problema es la
causa de la acumulación de nitrógeno ureico, creatinina y potasio en el organismo. Un
nivel extremadamente elevado de creatinina sugiere una azotemia post renal, que es
consistente con los síntomas de uroabdomen que presentaba el paciente.
BUN (Nitrógeno ureico en sangre): 23.50 mmol/L (elevado). El BUN (nitrógeno ureico en
sangre) es un indicador importante de la función renal. Mide la cantidad de nitrógeno
en la sangre proveniente de la urea. Un nivel elevado de BUN es una clara señal de que
los riñones no están eliminando eficientemente la urea del cuerpo. En este caso, los
riñones están funcionando correctamente, pero la ruptura vesical provocada por los
urolitos acumulados impide la eliminación de la orina producida por los riñones. Como
resultado, se acumulan estos metabolitos en el organismo.
TB (Bilirrubina Total): 7.1 µmol/L (dentro de límites normales, aunque cercano al límite
superior). La bilirrubina es un pigmento producido durante la descomposición de los
glóbulos rojos en el hígado. Aunque en este caso los niveles de bilirrubina estaban
dentro del rango normal, era importante monitorear este parámetro, ya que un
incremento en la bilirrubina podría haber sugerido una disfunción hepática o un
problema en la excreción biliar, condiciones que podrían haber complicado aún más el
estado del perro.
TC (Colesterol total): 8.60 mmol/L (elevado). Un nivel elevado de colesterol puede estar
relacionado con una variedad de condiciones, incluyendo problemas metabólicos,
trastornos endocrinos o enfermedades hepáticas. En animales con uroperitoneo, el
metabolismo lipídico a menudo se altera, lo que puede resultar en hipercolesterolemia.
CO2: 18.6 mmol/L (normal bajo). El dióxido de carbono en la sangre es un indicador de
la función respiratoria y del equilibrio ácido-base en el cuerpo. Un nivel bajo de CO2
podía estar relacionado con acidosis metabólica, que es común en el uroperitoneo,
debido a la acumulación de sustancias tóxicas para el organismo.
PHOS (Fósforo): 2.09 mmol/L (normal alto). El fósforo elevado es común en casos de
azotemia postrenal, ya que la acumulación de orina en la cavidad abdominal debido a la
ruptura vesical impide la excreción adecuada de fósforo. Aunque el nivel de fósforo
estaba dentro del rango normal, su valor cercano al límite superior sugería que el
paciente estaba en riesgo de hiperfosfatemia, que podía conducir a problemas
adicionales si no se controlaba.
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
121
Los resultados sugieren que el paciente, Cobie, presenta una azotemia postrenal, como lo
indican la elevación de creatinina y del BUN, debido a la ruptura de la vejiga provocada por la
presencia de urolitos uretrales. La elevación de la CK está relacionada con el daño potencial
que los desequilibrios electrolíticos pueden estar causando en el sistema de conducción
eléctrica del corazón. Además, el aumento de AST se asocia con la irritación que los
metabolitos renales pueden estar empezando a generar en el hígado.
En el hemograma de 'Cobie', un perro geriátrico, realizado antes de su cirugía (Ver Tabla 2),
se revelaron los siguientes resultados que reflejan el estado general del paciente.
Leucocitos (28 10^9/L): (Elevados). Los Leucocitos elevados sugirieron una leucocitosis, que
podría estar asociada con inflamación o infección, común en casos de uroabdomen.
Neutrófilos (13,8 10^9/L): (Elevados). Los Neutrófilos elevados sugirieron con una neutrofilia
reactiva a la inflamación o infección, común en casos de uroabdomen.
Linfocitos (9,5 10^9/L): (Elevados). Los Linfocitos elevados sugirieron linfocitosis, que puede
estar relacionado con el estrés crónico o un proceso inflamatorio.
El hemograma realizado al paciente reveló leucocitosis (28 *10^9/L), con neutrofilia (13,8
*10^9/L) y linfocitosis (9,5 *10^9/L), compatibles con un proceso inflamatorio severo. Los
eritrocitos, hemoglobina y hematocrito se encontraron dentro de los valores normales, al igual
que las plaquetas, indicando que no había signos de anemia.
Después de 3 días de la cirugía del paciente se volvió a realizar otro Perfil Bioquímico.
En el perfil bioquímico de "Cobie", un perro geriátrico, realizado tres días después de su cirugía
(Ver Tabla 3), se observaron cambios significativos en los parámetros que reflejaron tanto la
respuesta del organismo a la intervención quirúrgica como la evolución del estado general del
paciente.
Analito
Resultados
Valor de referencia
Leucocitos
28 *10^9/L
6-17
Eritrocitos
8,3 *10^12/L
5.5-8.5
Hemoglobina
180 g/L
110-190
Hematocrito
53 %
39-56
Plaquetas
240 *10^9/L
117-460
VCM
65,3 fL
62-72
MCH
23.9 pg
20-25
MCHC
305 g/L
300-380
Neutrófilos
13,8 *10^9/L
4-12.6
Linfocitos
9,5 *10^9/L
0.8-5.1
Monocitos
1.4 *10^9/L
0-1.8
Proteínas
72. g/100ml
60-80
Glucosa
107,73 mg/dl
90-120
Tabla 2. Hemograma de paciente canino antes de la cirugía.
Nota: El hemograma del paciente nos reveló la presencia de leucocitosis con neutrofilia y linfocitos, esto resulta
compatible con un proceso inflamatorio.
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
122
ALB (Albúmina): 25.7 g/L (disminuido). La albúmina había disminuido significativamente,
lo cual podría haber indicado una pérdida de proteínas debido a un estado inflamatorio
o una fuga a través del tracto gastrointestinal o los riñones. Esta disminución es
preocupante, ya que la albúmina es esencial para mantener el equilibrio de fluidos en el
cuerpo. Un nivel bajo de albúmina podría haber agravado la situación clínica del
paciente. Además, esta reducción en los niveles de albúmina pudo haber estado
relacionada con la anorexia persistente del paciente. Para abordar la inapetencia
después de la cirugía, se colocó una sonda nasoesofágica al tercer día postoperatorio.
TP (Proteínas Totales): 44.7 g/L (disminuido). La disminución en las proteínas totales
respaldaba la evidencia de pérdida proteica, lo que podía haber complicado la
recuperación del paciente si no se manejaba adecuadamente. Este hallazgo también era
indicativo de inanición, ya que niveles bajos de proteínas totales reflejan una
insuficiente ingesta nutricional, que podría haber exacerbado el deterioro clínico del
paciente.
GLOB (Globulinas): 19.0 g/L (disminuido). Las globulinas bajas podían haber indicado una
deficiencia en la producción de anticuerpos, lo que podía haber hecho al paciente más
susceptible a infecciones, una complicación importante en el postoperatorio.
Ensayo
Resultado
Unidad
ALB
25.7
g/L
TP
44.7 L
g/L
GLOB
19.0 L
g/L
A/G
1.35
TB
7.8
umol/L
GGT
24 H
U/L
AST
265 H
U/L
ALT
120
U/L
ALP
202
U/L
TBA
18.81 H
umol/L
AMY
1048
U/L
LPS
195
U/L
LDH
394
U/L
CK
1064 H
U/L
Crea
141.2
umol/L
UA
29.56
umol/L
BUN
13.94 H
mmol/L
BUN/CREA
98.788
GLU
3.50 L
mmol/L
TC
6.29
mmol/L
TG
1.25 H
mmol/L
ICO2
15.1
mmol/L
Ca
2.31
mmol/L
PHOS
0.68 L
mmol/L
Nota: En el perfil bioquímico se evidencia una mejora en algunos de los parámetros como la creatinina y el BUN
indicando la recuperación de la función renal; pero la disminución de las proteínas y el aumento en GGT y ALT
podría suponer algunos problemas en la función hepática y en el estado nutricional proteico del paciente.
Tabla 3. Perfil Bioquímico de paciente canino antes de la cirugía.
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
123
GGT (Gamma-Glutamil Transferasa): 24 U/L (elevado). El aumento en GGT (gamma-
glutamil transferasa) podría haber reflejado daño hepático o una obstrucción en el flujo
biliar, lo que podría ser una secuela de la cirugía o una manifestación de un problema
hepático subyacente. Además, los niveles elevados de GGT podrían haberse
incrementado también debido a los fármacos administrados durante la cirugía y el
período de cuidados postoperatorios.
BUN (Nitrógeno ureico en sangre): 11.2 mmol/L (disminuido, aún elevado). Aunque el
BUN había disminuido, lo cual es una señal positiva y sugiere una mejora en la condición
renal, aún se mantenía elevado. Esto indica que la función renal no se había restablecido
completamente, pero la disminución del BUN refleja una cierta recuperación en la
condición renal.
Crea (Creatinina): 222.7 µmol/L (disminuido, aún elevado). Similar al BUN, la creatinina
había disminuido, lo que era un signo alentador de que la función renal estaba
mejorando. Sin embargo, aún estaba por encima de los niveles normales, lo que
significaba que la función renal seguía comprometida.
AST (Aspartato aminotransferasa): 36 U/L (disminuido, aún elevado). La disminución de
AST indicaba una posible recuperación del daño hepático o muscular, aunque todavía
estaba ligeramente elevado, sugiriendo que el proceso de recuperación no estaba
completo.
FOS (Fósforo): 2.07 mmol/L (normal alto). El fósforo permaneció alto, lo que continuaba
siendo un signo de advertencia en relación con la función renal, aunque no había
empeorado.
ALT (Alanina aminotransferasa): 80 U/L (elevado). La ALT es una enzima específica del
hígado, y su elevación podía haber indicado daño hepático, potencialmente relacionado
con el estrés quirúrgico o una condición hepática subyacente.
Los resultados del perfil bioquímico realizado tres días después de la cirugía mostraron una
mejora en algunos parámetros clave, como la creatinina y el BUN, lo que sugería una
recuperación parcial de la función renal. Sin embargo, la disminución en las proteínas (ALB,
TP, GLOB) y el aumento en GGT y ALT indicaban que aún había desafíos significativos en la
recuperación de Cobie, especialmente en relación con la función hepática y el estado
nutricional/proteico del paciente. Estos hallazgos subrayaron la necesidad de un monitoreo
continuo y un manejo cuidadoso para asegurar la recuperación completa del paciente.
Para abordar estos desafíos, se decidió instaurar una sonda nasoesofágica para garantizar la
alimentación enteral. A través de esta sonda, se administró alimento líquido compuesto por
un suplemento nutricional comercial adicionado con yema de huevo, tres veces al día durante
4 días seguidos, con una cantidad de 200 ml por cada alimentación. Esta intervención
evidenció una mejora notable en el estado del paciente después de transcurrido este tiempo.
Además, se realizaron ecografías abdominales cada 24 horas en búsqueda de líquido libre
abdominal, sin encontrar respuesta positiva durante todo el período de recuperación. La
sonda urinaria se mantuvo durante 48 horas postoperatorias y luego se retiró para prevenir
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
124
posibles contaminaciones o infecciones de las vías urinarias secundarias a la presencia del
dispositivo.
DISCUSIÓN: La urolitiasis es una causa común de uroperitoneo en perros, especialmente en
razas predispuestas como el Golden Retriever. La incidencia de urolitiasis varía entre un 1% y
un 5% en la población canina general, con diferencias geográficas y predisposiciones genéticas
que pueden elevar esta cifra hasta un 10% en algunas regiones, según estudios recientes (14).
Según (15), la incidencia puede ser considerablemente mayor en algunas áreas debido a
factores ambientales y genéticos.
En un estudio retrospectivo realizado en Estados Unidos, (16) encontraron que
aproximadamente el 30% de los casos de uroperitoneo en perros estaban relacionados con
urolitiasis, subrayando la relevancia clínica de esta condición (3). Además, (17) informaron que
la mortalidad asociada al uroperitoneo, si no se trata a tiempo, puede alcanzar hasta un 50%
en casos complicados por infecciones secundarias o daño renal severo, destacando la
necesidad de un diagnóstico precoz y un manejo agresivo.
En Ecuador, el manejo del uroperitoneo se ve dificultado por la falta de acceso a tecnología
avanzada para el diagnóstico y tratamiento, especialmente en áreas rurales. Un informe del
(18) indica que aproximadamente el 60% de las clínicas veterinarias en zonas rurales no
cuentan con ecógrafos, lo que complica la identificación temprana de complicaciones como el
uroperitoneo (18). Además, (19) señalaron que la falta de experiencia en la realización de
procedimientos quirúrgicos complejos, como la celiotomía para la reparación de la vejiga,
agrava el pronóstico de los pacientes en estas regiones, subrayando la necesidad de mejorar
tanto la infraestructura como la formación veterinaria en el país.
El manejo del uroperitoneo requiere un enfoque multidisciplinario que incluya diagnóstico
temprano, manejo del dolor, cirugía correctiva y monitoreo postoperatorio intensivo. Según
(20), se observó que la tasa de supervivencia de perros con uroperitoneo aumentaba del 40%
al 80% cuando se implementaba un protocolo de manejo agresivo, que incluía diagnóstico por
imagen avanzado y manejo del dolor intraoperatorio con opioides.
Estos hallazgos resaltan la importancia de contar con recursos avanzados y un equipo
veterinario bien capacitado para mejorar el pronóstico. Sin embargo, en países como Ecuador,
donde los recursos son limitados, la tasa de supervivencia de los pacientes con uroperitoneo
podría ser significativamente menor, lo que destaca la necesidad de mejorar la capacitación y
el acceso a tecnología (16).
En cuanto al caso clínico de Cobie, un perro de 9 años con urolitiasis que resultó en
uroperitoneo, se destacan varios aspectos críticos que influyen en su pronóstico. El
hemograma realizado, determino la existencia de una inflamación aguda, ya que los
monocitos no se encontraban incrementados, descartando una condición crónica; la
bioquímica sanguínea antes de la cirugía mostró elevaciones significativas en la creatinina
(447.5 µmol/L) y el BUN (23.50 mmol/L), lo que indica una afección renal severa.
(21) documentan que niveles elevados de creatinina por encima de 400 µmol/L están
asociados con una tasa de mortalidad del 60% en perros con uroperitoneo. Esto enfatiza la
gravedad del caso de Cobie. Además, (22) encontraron que la elevación de la CK (695 U/L)
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
125
sugiere un daño muscular significativo, posiblemente secundario al trauma causado por los
urolitos, la insuficiencia renal y el daño cardiaco que la acumulación de potasio pudo generar.
El manejo quirúrgico de Cobie incluyó una celiotomía ventral media para la resección de las
áreas necróticas de la vejiga y su reconstrucción, para posteriormente realizar la extracción
de urolitos mediante una uretrotomía peneana; además se implementó para el manejo
alimenticio una sonda nasoesofágica durante el periodo de recuperación Según un estudio
multicéntrico realizado en el Reino Unido por (23), la reconstrucción vesical y la extracción de
urolitos mediante uretrotomía resultaron en una tasa de éxito quirúrgico del 85%, con una
tasa de complicaciones postoperatorias del 15%, incluyendo la fuga de orina y la peritonitis.
Estas complicaciones pueden ser mortales si no se abordan de manera oportuna, lo que
subraya la importancia del monitoreo postoperatorio intensivo y la colocación de una sonda
urinaria en Cobie para asegurar la integridad de la vejiga y prevenir complicaciones
adicionales. Sin embargo, a pesar del éxito quirúrgico inicial, el perfil bioquímico realizado tres
días después de la cirugía mostró una disminución significativa en los niveles de albúmina
(25.7 g/L) y proteínas totales (44.7 g/L), lo que sugiere una pérdida proteica y una posible
complicación en la recuperación atribuida a la anorexia que presentaba Cobie en los primeros
días del periodo postquirúrgico (20).
La disminución de la albúmina y las proteínas totales es preocupante, ya que se ha
documentado que los niveles bajos de albúmina postoperatoria están asociados con una
mayor tasa de mortalidad en perros sometidos a cirugía abdominal. En un estudio realizado
en Canadá, (21) encontraron que los perros con niveles de albúmina por debajo de 30 g/L
después de una cirugía abdominal tenían una tasa de mortalidad del 70%, lo que resalta la
importancia de monitorear y manejar estos parámetros de manera agresiva.
Además, la elevación de la AST (265 U/L) y la GGT (24 U/L) en Cobie sugiere un daño hepático
significativo, posiblemente relacionado con la cirugía, por la administración de sedantes,
anestésicos y fármacos utilizados para su recuperación. Según (24), se encontró que la
elevación de la AST en el postoperatorio de perros con uroperitoneo estaba correlacionada
con un pronóstico desfavorable, con una tasa de supervivencia reducida al 50%.
A pesar de las complicaciones postoperatorias, la disminución de los niveles de creatinina
(141.2 µmol/L) y BUN (13.94 mmol/L) tres días después de la cirugía sugiere una mejoría en la
función renal de Cobie, lo que es un indicador positivo para su recuperación a largo plazo. Sin
embargo, la elevación persistente de la CK (1064 U/L) indica un daño cardiaco continuo, lo
que podría complicar la recuperación y requerir una rehabilitación prolongada.
(25) observaron que los perros con elevaciones persistentes de la CK en el postoperatorio
tenían una recuperación prolongada y una mayor incidencia de complicaciones musculares,
subrayando la necesidad de un monitoreo y manejo cuidadoso de estos pacientes. Dentro de
las causas, la que se presenta con mayor frecuencia, tanto en perros como en gatos, es la
ruptura de vejiga por accidentes automovilísticos (perros) o caídas de altura (gatos) (14).
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
126
CONCLUSIONES
Este caso destaca la importancia de un diagnóstico temprano y la utilización de métodos
complementarios, como el ultrasonido abdominal y la abdominocentesis con medición de
glucosa en el líquido abdominal, para confirmar la presencia de uroperitoneo. La dificultad
para pasar un catéter a través de la uretra y la prueba de azul de metileno fueron elementos
clave en la confirmación de la ruptura vesical, subrayando la necesidad de un enfoque
diagnóstico integral y oportuno en casos de sospecha de uroabdomen.
La resolución quirúrgica del uroperitoneo en este perro, que incluyó la reconstrucción de la
vejiga y la eliminación de urolitos uretrales, subraya la importancia de una intervención
quirúrgica inmediata para manejar complicaciones graves como la ruptura vesical. El éxito de
la cirugía, evidenciado por la recuperación del paciente, resalta la necesidad de un equipo
veterinario capacitado y técnicas quirúrgicas adecuadas para abordar estas situaciones
críticas. Además, enfatiza la relevancia del monitoreo postoperatorio oportuno y la garantía
de una nutrición adecuada durante el período de recuperación, ya que una alimentación
enteral adecuada contribuye significativamente a mejorar las tasas de recuperación del
paciente al asegurar que reciba los nutrientes necesarios para una recuperación óptima.
El manejo postoperatorio adecuado, que incluye la monitorización continua del paciente y la
gestión de posibles complicaciones, como infecciones o recurrencia de urolitos, es
fundamental para asegurar una recuperación completa y prevenir futuras complicaciones.
Este caso ilustra la importancia de un seguimiento riguroso tras la cirugía para garantizar el
bienestar a largo plazo del paciente y evitar recurrencias que puedan comprometer su salud.
AGRADECIMIENTOS
Agradecimientos especiales para el personal de la clínica Veterinaria DogtorVet de la ciudad
de Riobamba, ya que sin ellos los procedimientos que se realizan no serían posibles ni la
recuperación de los pacientes que son nuestra razón de ser y existir.
DECLARACIÓN DE INTERÉS
El autor declara que no existe ningún conflicto de interés financiero, personal o profesional
que pudiera haber influido en la realización de este trabajo o en la interpretación de los datos
presentados. Todos los procedimientos descritos en este caso fueron realizados de acuerdo
con las normas éticas de la institución y con el consentimiento informado del propietario del
paciente.
CONTRIBUCIONES DE AUTOR
El autor llevó a cabo la recopilación de datos clínicos y de laboratorio, realizó el análisis e
interpretación de los resultados, fue responsable de la redacción y revisión crítica del
manuscrito. Además, el autor supervisó todo el proceso de investigación y aprobó la versión
final del documento, asumiendo la responsabilidad total por su contenido.
MANEJO DE UROPERITONEO EN UN PERRO CAUSADO POR OBSTRUCCIÓN URETRAL: REPORTE DE CASO
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